Sólo, no es algo nuevo para él caminar sin compañía, pues a su lado está su sombra, fiel guardiana de su averno.
Envuelto en la nube de sus pensamientos, no siente ya soledad alguna.
Se detiene.
Fijo en sus ojos, el reflejo de un mendigo se hunde en su silencio. Segundos pasan, minutos, horas, el fin de los tiempos… es difícil medir cuánto dura un vacío.
Y al fin, una voz se escucha.
- Qué miras, oh señor que ronda sin destino. – dice con tono desafiante el mendigo-
- La decadencia, pues eso es todo lo que refleja tu pobre existencia.
- Hablas de decadencia como si supieras lo que es, como si en ti todo existiera, como si la razón habitase en tu palabra. Pues yo me opongo a ti, oh sabio de la noche, pues en tu interior no habita más que soledad. No expreses con ligereza que existo en la decadencia, si no eres capaz de reconocer la tuya.
- Hablas como un sabio, siendo que te veo abandonado en esta sucia calle. ¡Mírate!, vives entre perros y basura y me hablas desde las nubes. ¿Qué eres capaz de decirme que valga mi tiempo escuchar?
- Soberbio eres, caballero sin rey, y tus palabras fluyen en un torrente sin freno. Pero calma, pues la serpiente que ataca sin pensar puede morir por su propia ponzoña.
- ¿Qué hace un gusano hablando de serpientes? Habla y di lo que debes decir, pues la paciencia no es una de mis virtudes.
- Aplaudo tu coraje, joven de arcilla – Dice el mendigo con tono sublime –, y si tanto ansías mis palabras, primero desinfla tu pecho, pues el orgullo es fuerte escudo, pero frente a mi solo será una carga.
- ¿Me pides acaso que me humille ante ti? ¿Que me arrastre? ¿Que me rebaje a tu nivel sólo para escuchar lo que dices que no sé? ¿Qué podría darme un pordiosero como tú que yo ya no posea
- Puede ser que mis bolsillos estén vacíos, pero no es lo único que poseo. Tú estás embarcado en una búsqueda interminable, pero buscas donde no debes.
- ¿Cómo sabes que busco algo?
- Todos buscan lo mismo… la verdad. Buscan respuestas, buscan significados para su existencia, un sentido a sus palabras y una dirección para sus pasos. Y tú no eres la excepción. Pero te lo advierto, la verdad no existe o más claramente, no existe una verdad. Son tantas las verdades como personas existentes. Un niño al que le enseñas que robar para vivir es bueno y justificable, esa será su verdad, pero no la verdad del común de la gente. Entonces si yo te digo que soy más rico que tú, ¿serás capaz de justificar que no lo soy?
- Si lo que dices es lo que crees, pues no podría negarlo.
- Comienzas a entender. Un gran rey no es grande por la finura de sus joyas, por lo fastuoso de sus ropas o lo laureado de sus frases. Si consideras que eso es lo que hace rico a un rey, es por que crees en su verdad. Pero mírate a ti mismo y pregúntate, ¿cuál es mi verdad?
Yo soy lo que soy por que así decidí serlo, y si bien mi piel está cubierta por harapos y mis manos se curten con un frío inclemente, mi corazón y mi mente arden con las llamas de mi verdad.
Soy el más rico de los ricos, si así mi voluntad lo cree, y si bien ahora muriese, sería por que he decidido no continuar.
- ¿Cómo es que entendiendo tanto no te has mostrado al pueblo como el sabio que eres?
- Hay quienes nacen en el mundo solo esperando morir. Mi sabiduría es para quienes viven la vida plenamente, o buscan hacerlo.
- Antes que nada, dime, ¿cómo has aprendido tanto?
- Respóndete a ti mismo antes de hacerte mas preguntas, y no busques respuestas en quien crees que las tiene, pues la verdad a la cual aferrarse existe solo en ti.
El alba quebraba la noche cuando el mendigo pronunció esta frase. Ambos se miraron por unos segundos. Luego, respondí.
- El sol se acerca, debo retirarme. Antes de perderte, dime ¿quién eres?
- No soy nadie y soy todos. Sólo soy uno.
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