Un hombre se sienta en una piedra, en la cima del mundo, y en un momento se deja caer. Cae, cae, cae, pero no hacia el suelo, no cae hacia abajo, tampoco cae, simplemente está suspendido en el aire, tranquilo, en paz, pleno... El hombre mira hacia abajo, pero no es abajo, es arriba, a los lados, a todos lados, mira dentro de su alma y fuera de ella, ve al mundo, a la vida, ve todo, es todo, se funde con la totalidad del universo y vuelve a su cuerpo, que ya no es tal... recuerda su vida, recuerda un arbol, la brisa, un pajaro, el sol brillante de una mañana lluviosa de verano, siente cada gota de lluvia caer en su cabeza, cada lágrima de gozo caído del cielo correr por su cara, por sus mejillas, y se da el gusto de saborear una gota, dos gotas, cientos, miles, llenarse del torrente, alimentar la sed de la vida, adoptar la vida como tal. Se levanta, camina por la lluvia, siente el pasto bajo sus pies, siente las raíces, la tierra, el pulso de la vida cada vez mas apresurado, rapido, rabioso, horrible. Recuerda, recuerda... ser un hombre atrapado en una caja, una caja junto a muchas otras, una sobre otra, bajo otra, a los lados, el llanto y los gritos son todo y nada, nadie grita ni llora, no hacia afuera, hacia adentro. El no... el llora y grita con toda su voz y todos sus sentidos y rompe su caja. Mientras llora llega hacia el fin del camino, a la Gran Puerta, aquella que se nos abre pero no queremos abrir, aquella que nos ofrece todo y nada, que nos dice si y no, pero no es la Gran Puerta la que nos lo impide, sino la pequeña aprisionada en nuestro pecho. El se decide, mira hacia atrás y no hay nada, mira hacia arriba y no hay nada, mira a los lados, abajo, derecha, izquierda... nada, solo el frente a la Puerta. Siente el vibrar desde la planta de sus pies, recorriendo sus piernas, su sexo, su cadera, subir por su espalda, moverse hacia sus manos, y en un súbito golpe, un grito de existencia rompe por su garganta y la Puerta se abre. Ahora puede hacerlo todo, el verde y azul se funden al blanco de sus ojos, le dan color, le muestran todo. Ahora puede sentarse bajo un arbol, caminar por la tierra y lanzarse desde la cima del mundo, sin miedo, ya nunca más...
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